¿Estás buscando un camino espiritual?

06.10.2018

¿Estás en ese momento de tu vida en que sientes la necesidad de comenzar a recorrer un camino espiritual? Si lo que buscas es el desarrollo interior es momento de hacer una pausa para definir las metas y así empezar a caminar. Existen muchas opciones para dar el primer paso. Se puede recurrir a literatura específica: libros de autoayuda o los que enseñan diferentes filosofías de vida. La lectura es buena para la mente, no obstante hay que comenzar a practicar aquello que cada uno elige como mejor para sí mismo. Con la sola lectura no alcanza para alcanzar el objetivo propuesto y es bien sabido que sólo la práctica hace al maestro. 

Una de las finalidades del desarrollo espiritual es el desapego del ego negativo. ¿Por qué el ego es negativo? En realidad no lo es, es útil pues por algo existe y forma parte de la naturaleza humana. Se llama "ego negativo" a aquél que nos limita de alguna manera y nos impide crecer libremente. ¿Cómo nos limita? A través del miedo, el apego, la crítica, la culpa, el desamor; y a través del exceso de éstos y otros sentimientos/emociones el ego negativo se transforma, irremediablemente, en un tirano que nos dirige desde nuestra mente.

Afortunadamente hay muchísimas maneras de sanar el ego negativo transmutándolo en ego positivo. El ego positivo es la mente libre de temores, llena de energía, lista para trabajar para nosotros acatando todas las órdenes que le demos. El ego positivo es obediente mientras que el ego negativo tiende a ser controlador, exigente o manipulador. 

Para desapegarse del ego negativo y transmutarlo en positivo se puede optar por muchas actividades de las consideradas espirituales. La más popular es la meditación. Si no eres de las personas que no alcanzan el estado requerido para meditar o no se sienten atraídas por esa actividad, puedes realizar una consulta con un terapeuta holístico que te indique qué técnica es la mejor para ti (existen muchas como ser: Gemoterapia, Flores de Bach, Lectura del Aura, Biodescodificación, Hoʻoponopono, Terapia Akáshica, Tarot Terapéutico, etc). Bien dicen que hoy en día el desarrollo espiritual está servido en bandeja y es para todos, y no es necesario viajar al Lejano Oriente en busca de un Maestro espiritual. Hoy las técnicas y herramientas holísticas para el desarrollo y crecimiento interior están al alcance de la mano y del bolsillo de los interesados.     

Definido el camino hay que dedicarse a trabajar en pos del objetivo. En el sendero espiritual "trabajo" normalmente es sinónimo de sanación interior. ¿Qué hay que sanar? Hay que sanar los miedos, los complejos, las trabas emocionales, las relaciones, los abandonos, las frustraciones, las represiones... y todo aquello que se nos impuso y nos limita. Es imperativo eliminar la exigencia de ser alguien que no somos y que nos lleva a vivir fingiendo y perdiendo la coherencia entre nuestras emociones, pensamientos, palabras y obras.

Esta falta de autenticidad nace de la mente, de la necesidad de acatar las órdenes del ego dictador que allí reside. Aun así todos tenemos una parte que sigue siendo auténtica y que revela todo lo que nos esforzamos en mantener escondido, y esa parte es nuestro cuerpo físico. Para quien sabe leer el cuerpo revela lo que la mente calla, los temores, las heridas internas, los mandatos aceptados en silencio y los fracasos ocultos. Así como también revela alegría, pasión, flexibilidad, humildad, apertura, sexualidad plena, etc.

Una de las actividades que utiliza el cuerpo para transmutar el ego negativo es la Danza Oriental terapéutica. La esencia de esta danza milenaria unida a la musicoterapia es lo que permite sanar tanto el cuerpo como la mente de quien practica lo que, a fines del siglo pasado, se denominó danzaterapia. Imagina una actividad que exija agudizar los sentidos para sentir, en lugar de pensar. Sentir el cuerpo en primer lugar, pero también sentir emoción, sentir la música, fluir, intuir y abandonar... Abandonar los miedos, las preocupaciones, las excusas, los dolores, el cansancio, las exigencias, abandonarse al momento presente y experimentar qué sucede cuando el dominio del ego negativo es inexistente y la mente deja de "conversar". Esto no se consigue aprendiendo pasos de baile, ya que eso activa y refuerza el trabajo mental. Si se busca una actividad terapéutica es para descubrir y descubrirse, sanar y sanarse, amar y amarse, hasta encontrarse con la propia pureza y autenticidad, aquello abandonado detrás de la máscara del ego. Entonces la Danza Oriental funciona como herramienta espiritual cuando su enfoque es terapéutico e integral, y no tanto cuando es danza académica.  

¿Qué necesita la danza para ser sanadora? Primero que se adapte al paciente y no que deba ser al revés. La técnica debe ser amable, suave y placentera, debe despertar emociones dormidas, sensaciones agradables, debe ser dúctil y no extremadamente difícil o rígida. Se debe respetar los tiempos de aprendizaje. Todos tenemos tiempos diferentes, se trata de adoptar una filosofía de vida sana y positiva y no de ganar una carrera. Así como la actividad debe ser placentera el ambiente también debe serlo. Realizar movimientos en calma, sin presiones ni juicios permite al paciente ser capaz de abrirse emocionalmente descubriendo su potencial tanto físico como espiritual y energético.

Comencemos entonces a andar nuestro camino espiritual respondiendo con honestidad unas simples preguntas: 

¿Cuánto tiempo dedicas en tu vida para tu sanación? 

¿Cuánto tiempo le dedicas a tu desarrollo espiritual? 

¿Cuánto tiempo le dedicas a tu conexión interior? 

¿Cuánto tiempo a la semana dedicas a tu cuerpo? 

¿Y a tu mente? 

¿Cuánto tiempo le dedicas a tu alma? 

Sólo si decides actuar estás en el camino.  


Por Neferú Iabet, bailarina oriental y terapeuta holística.

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