¿De qué hablamos cuando decimos “Danza Oriental Terapéutica”?

23.02.2020
Foto perteneciente a la bailarina Nesrine Bellydance.
Foto perteneciente a la bailarina Nesrine Bellydance.

Por Neferú Iabet, bailarina oriental y terapeuta holística.

No hace muchos años que la Danza Oriental se comenzó a difundir en nuestro país. Para fines de los 90' sólo había dos o tres profesoras de Danza Oriental en Uruguay, y muchas bailarinas debieron cruzar el charco para ir a estudiar a Buenos Aires. Y no debió ser fácil para ellas, los primeros pasos son los más difíciles. Hoy en día existen buenas academias de Danza Oriental, con profesoras de buen nivel y Uruguay ya ha sido sede de varios festivales de danza, y grandes nombres de la Danza Oriental como Alessandra Forte, Tarik, Safia, Mahaila el Helwa entre otros, han venido a dejarnos sus enseñanzas, preparando el camino de una nueva generación de bailarinas uruguayas.

Más allá del arte y el virtuosismo la Danza Oriental tiene más que ofrecer. Cuando la danza se utiliza con finalidades diferentes a la de representar un arte sobre un escenario, se transforma en una herramienta de autoconocimiento y evolución, y allí aparece en acción la danzaterapia.

Como su nombre bien lo indica, la danza terapia es danza con enfoque terapéutico donde prima la resolución de los conflictos de la persona, más que la técnica y ejecución de una danza. En síntesis, quien toma una clase de danzaterapia no busca ser bailarín, y sí solucionar sus conflictos, sanar sus emociones, aprender a entender su cuerpo y escuchar con el corazón. La danza, con todos sus movimientos, es sólo una herramienta, un camino que permite la introspección y no un fin.

Entonces debemos primero preguntarnos cuál es el conflicto antes de comenzar a trabajar en danzaterapia. ¿Se trata de un conflicto con uno de los progenitores?, o quizás es un conflicto de pareja, un deseo de maternidad no realizado, un problema de baja autoestima, una situación donde la mujer no encuentra apoyo de su familia, o sufre violencia, mantiene una relación tóxica, o le diagnosticaron una enfermedad grave.... cualquiera sea la causa de conflicto podemos pedir ayuda a la danza y buscar en ella la sanación y el apoyo que no encontramos fuera de nosotras.

¿Y cómo puede la danza dar la solución? Cada camino es único e individual, dos personas con el mismo conflicto no obtienen el mismo resultado si utilizan el mismo sistema. Es necesario que la herramienta se adapte a la persona que la va a utilizar. Y la danzaterapia es lo que propone, ya que la Danza Oriental se adapta a la persona que interactúa con ella, por esta razón cualquier persona puede practicar Danza Oriental, tomando en cuenta que no todas obtendrán los mismos resultados, cada una alcanzará el nivel que necesite, aun así, su danza será lo que debe ser: un espejo del interior de la bailarina.

La danza no es sólo una herramienta, también es una filosofía de vida adoptada por miles de mujeres y hombres en el mundo. Los movimientos de la Danza Oriental trabajan sobre la energía de quien danza, ayudándole a comenzar el cambio que necesite para sanar el conflicto. Los movimientos activan el amor interior sanando la autoestima, modificando los patrones mentales que crean la realidad en la que esa persona está inmersa. Al mover la cadera de determinada manera se activan los chakras inferiores trayendo armonía, calma, conexión y muchas respuestas. No son movimientos para "aprender", son movimientos para desarrollar, expresar, vivenciar y fluir.

Los movimientos de pecho, brazos, manos, cabeza, abren el corazón y fortalecen la autoestima. Activan los chakras superiores, despiertan la escucha interior permitiendo intuir más fácilmente. La armonía se obtiene con el fluir de diferentes movimientos, sin recelo, miedos, dudas, expectativas... en un vacío total. Es entonces cuando surge la danza.

No obstante, la danza, entre otras cosas, requiere armonía interna, relajación muscular, postura correcta y silencio interior. Sólo así podemos ofrecer el cuerpo a la música esperando que la interpretación suceda. Y con conflictos internos como miedos, críticas, victimización, frustración, etc, seguramente no va a suceder, y el esperar será en vano. Entonces, ¿qué más se requiere para poder aprovechar la danza? Se requiere terapia.

Tenemos una danza ancestral, profundamente femenina, capaz de sanar el cuerpo y las emociones de la mujer (y de los hombres también), y debemos sumarle un plus, la terapia, para que funcione como un sistema terapéutico que sea capaz de generar cambios a nivel físico, emocional, mental y espiritual. Y en este punto aparecen innumerables técnicas sumadas a innumerables herramientas tanto psicológicas, medicinales, energéticas, ancestrales, etc. Cada terapeuta sabrá qué técnicas utilizar y cuáles herramientas sumarle al proceso de sanación del paciente. Lo que sí debe haber siempre es compromiso, conexión e intercambio de parte del paciente y el terapeuta.

En mi caso utilizo una técnica que pedí prestada al modelo de "sanación" Reiki. En el centro de Reiki donde realicé mis estudios y posterior maestría, se llamaba "sanación" a la conexión interna con el paciente. A través de la sanación se buscaba la "sombra" que se escondía detrás del síntoma que el paciente traía a la consulta, o sea, la raíz del conflicto. Mediante preguntas y respuestas, exposición y muchas horas de conversación se iba, poco a poco, alcanzando la consciencia suficiente para adquirir necesidad de sanar.

Durante las clases de danzaterapia este diálogo debe ser constante. Se debe aprovechar cada situación que trae la alumna a clase para ir de a poco desarrollando consciencia. La Danza Oriental nos "abre los oídos", porque la música es nuestra guía y debemos escuchar lo que nos pide hacer. Gracias a la música aprendemos a ser buenos escuchas de los demás.

La Danza Oriental Terapéutica está al alcance de todas las mujeres que la requieran para mejorar sus vidas y relaciones. En el Espacio de la Diosa bailamos para sanar nuestro pasado y vivir a consciencia nuestro presente; para crecer como seres humanos útiles y felices; para reconectarnos con nuestro interior y encontrar nuestra fuente de sabiduría. Sólo quien sana sus heridas puede mostrar el camino de la sanación a los demás, mientras los heridos quedan encerrados en su propio dolor sin posibilidad de ofrecer su amor a quienes más aman.

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