Danza para la sanación y el despertar.

08.01.2023

Estamos en una época en la que muchas personas sienten la necesidad de progresar en su vida, en sus relaciones, en sus creencias, en su espiritualidad. Y existen muchos caminos para alcanzar ese progreso, muchas herramientas a disposición de todos en internet, muchos maestros ofreciendo enseñanzas.

Muchos caminos para escoger, no obstante la sanación pasa por un sólo lugar: nuestro interior más profundo. Esta realidad resume todo lo antes dicho en una sola fórmula: soy la única persona que me puede sanar, el éxito del progreso que busco depende de mí. Es una simple verdad que cuesta comprender y mucho más aplicarla.

Haz que todo sea sencillo, simplifica las cosas, lo único que necesitas es hacerte cargo de ti con amor y responsabilidad, y descubrirás lo maravilloso que es contar con la posibilidad de ser el propio artífice de tu vida, de tus relaciones, tus creencias, tu salud, tu mente y tu espiritualidad.

Si estás buscando una manera de renovarte y transformarte desde el interior la danza enfocada en la sanación puede ser lo que estés buscando. La danza es un arte que empodera a quien lo realiza de adentro hacia afuera, es el arte de aprender a soltar, relajar y suavizar el cuerpo. La danza moviliza aspectos físicos, mentales, emocionales y hasta espirituales, por esto es el arte de despertar la luz interior.

A través de la danza-sanación se aprende a conectar con el cuerpo y allí están todas las posibilidades de cura y sanación. El cuerpo es el primer referente que tenemos del placer, no de un placer ligado al sexo sino de un placer ligado a la vida. El cuerpo es el vehículo que favorece el autoconocimiento y posibilita la construcción de la autoestima. El cuerpo permite la valorización y descubrimiento de la propia belleza.

Crear una relación afectiva y sensible con el cuerpo físico es el primer paso para iniciar ese camino hacia la curación de las heridas de la infancia. Amar es lo que posibilita sentirse amada y el amor nace dentro, en las raíces de la infancia.

La mujer que se adentra en este mundo descubre la libertad a través del movimiento, que puede opinar, pensar, creer, hablar, sentir sin ser acallada. Comienza a querer expandir esa libertad en todos los ámbitos de su vida; libertad de expresión sin miedo a la crítica, libertad para emocionarse, para comprometerse consigo misma.

Al danzar desde el corazón se liberan las ataduras de la mente, y lo que antes se llamaba libertad, ahora se descubre que no era más que una prisión cerrada desde el interior.

¿Qué vamos a danzar?

Si tenemos penas vamos a danzar junto a nuestras penas para alivianarlas hasta diluirlas en alegría y esperanza. Si tenemos paz vamos a danzar en profunda paz, si no la tenemos vamos a danzar hasta reconectarnos con nuestra paz interior.

Dancemos ante un momento de indecisión hasta que podamos percibir la energía que nos permita tomar la decisión correcta; dancemos ante el miedo para empoderarnos, y ante la ira para calmarnos. Dancemos para agradecer, para celebrar, para manifestar nuestra libertad.

Danzando las mujeres nos unimos a otras mujeres, nos encontramos y reencontramos, nos reconocemos y conectamos desde el corazón, nos brindamos ayuda, equilibrio, apoyo, confianza, nos relacionamos desde la energía femenina donde todas somos una y todas creamos igualdad. El danzar en el círculo femenino nos fortalece, nos empodera, nos reconstruye en amor.

¿Qué se requiere para danzar?

Se requiere cuerpo, amor y voluntad.

Cualquier tipo de cuerpo sirve para manifestar la música, pero al poco tiempo la mujer que danza se va dando cuenta que existe incomprensión y desvalorización de su cuerpo. No sabe cómo hacerlo funcionar, no le responde porque lo desconoce. No tiene equilibrio, coordinación, fuerza, elasticidad... mucho menos gracia, elegancia, expansión.

Eso ocurre por falta de consciencia corporal, debido a que estamos en una sociedad dedicada por excelencia al desarrollo mental-intelectual por encima del desarrollo de la consciencia física-emocional. La educación no es física sino mental, dejando a nuestra elección la educación del resto de nuestras capacidades humanas.

Hay que tener en cuenta que el cuerpo es un "elemento" vivo que está en expansión, en movimiento desde el centro hacia afuera, en constante cambio, y guarda innúmeras posibilidades de movimiento y acción. Lo que en un principio era complejo, difícil, frustrante, con el correr del tiempo se vuelve sencillo, fluido y pasa a ser parte del repertorio de movimientos.

La danza enseña el proceso de aprendizaje que se realiza en el cuerpo, algo completamente contrario y opuesto a lo que nos hicieron creer durante nuestro paso por el sistema de enseñanza.

A través del proceso aprendemos a crear y a interactuar con el cuerpo, con la mente, las emociones y la música. El desarrollo de la musicalidad es imprescindible para construir la danza, tanto o más que el desarrollo del cuerpo. La danza se trata de educar. Educar el oído para percibir la música, educar el cuerpo para que reaccione a los estímulos musicales, educar la mente para que no interfiera en el proceso, educar las emociones para que fluyan sanamente creando paz y armonía.

El amor es el motivo que lleva a danzar, es el amor lo que motiva a la bailarina a compartir su arte con otros. Es el amor lo que nos lleva a querer conectar con los demás, a buscar alivio en otros corazones.

Si no hay amor no hay danza posible. Sin amor el movimiento vacío de sentido, el baile se vuelve frío, sin alma, sin compromiso, sin razón de ser. Quien baila sin amor en el corazón es como quien brinda al sediento un cuenco vacío.

La voluntad depende del involucramiento con el amor. Si la acción es apasionante la voluntad para actuar nace sola. Si el desafío es apasionante crece la voluntad para continuar, si el ambiente es amable y acogedor se siente voluntad de volver, si la experiencia es positiva y divertida la voluntad acompaña, si el grupo humano está consciente, brinda apoyo, asistencia y contención el continuar en el camino se hace fácil por más que suele ser cuesta arriba.

¿Por qué danzar en lugar de realizar otras actividades físicas?

Porque la danza es una actividad completa. Es terapéutica al trabajar con el sistema humano en su totalidad (cuerpos, aura, chakras), educa tanto a nivel físico como a nivel energético, enseña a manejar las emociones al restructurar las creencias de la persona. Crea un ambiente amigable y respetuoso en el cual poder sanar, experimentar, conversar, interactuar, evolucionar.

Nos conecta con el cuerpo en primer lugar, nos enseña a controlar la mente, nos conecta con los cuerpos superiores, nos permite aliviar cargas de vidas pasadas al mismo tiempo que nos enraiza en el tiempo presente.

Nos brinda la oportunidad de reinventarnos eliminando todas las toxinas de crianza, las formas equivocadas de aprendizaje, los miedos inculcados, las culpas impuestas y todo lo que nos impide estar en perfecta paz interior.

Quien danza se cura, se sana, se limpia, sale del estancamiento, experimenta real libertad, vive intensamente, se empodera, se cuida, se brinda, se alegra y aprende a amar y amarse.

Queda mucho más por decir y explicar, sin embargo no hay nada mejor que experimentar todo lo dicho en cuerpo propio durante una sesión de danza para la sanación y el despertar.



Autora Neferú Iabet. Bailarina Oriental, terapeuta holística, facilitadora de Danza Oriental Terapéutica.

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